¿Cómo se detecta?
A menudo, las mujeres que padecen la preeclampsia no se sienten enfermas, ya que los síntomas -al menos los iniciales- suelen confundirse con trastornos normales del embarazo: aumento de peso e hinchazón de la cara, manos y párpados. La manera de detectarla, entonces, pasa por dos herramientas:
- Control de la tensión arterial. Se la considera elevada cuando supera los 140/90 mmHg (o sea, cuando es mayor de 14/9, en términos coloquiales). Como es habitual que las cifras varíen a lo largo del día, para hablar de hipertensión es necesario que los resultados se hallen por encima de los valores normales en, al menos, tres controles.
- Test de proteínas en la orina. Se puede realizar con una tira reactiva similar a la de los tests de embarazo. La tira arroja el resultado tras ser sumergida en la orina. Como los niveles también pueden variar durante el día, habrá que recoger la orina durante 24 horas para realizar pruebas de confirmación en caso de que se sospeche que puede existir un problema.
En casos de preeclampsia un poco más severa, aparecen también otros síntomas:
- Dolores abdominales intensos, nauseas y/o vómitos.
- Cefaleas agudas y persistentes.
- Alteraciones en la visión: aparición de puntitos luminosos, visión borrosa y/o doble e intolerancia a la luz.
Si existen además convulsiones, es posible que la enfermedad haya derivado en una eclampsia, con riesgos más elevados. Esto ocurre en pocos casos: menos del 0,3% de los embarazos (aunque la cifra puede alcanzar el 15% en países subdesarrollados).
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